domingo, 31 de marzo de 2013

Del Municipio a la Zona Metropolitana: el necesario cambio de escalas en los Planes de Acción Climática

Quienes estamos inmersos en la política de cambio climático en México, nos será familiar escuchar hablar de los esfuerzos que vienen realizando muchos municipios a lo largo y ancho del territorio nacional para elaborar su Plan de Acción Climática Municipal (PACMUN). En esta importante misión, los municipios no están solos; se apoyan en la sede mexicana de la agencia internacional no gubernamental y no lucrativa International Council for Local Environmental Initiatives (ICLEI México), con el patrocinio de la Embajada Británica y el apoyo técnico del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC).

Sin entrar en detalles, un PACMUN es un instrumento de planeación cuyo objetivo fundamental es elaborar el inventario de emisiones de gases de efecto invernadero y con base en él, conocer de manera precisa las toneladas de bióxido de carbono equivalente que emite el municipio, construir una línea base a partir de la cuál, se definen una serie de metas y acciones de mitigación por sectores (energía, transporte, cambio de usos de suelo y silvicultura, sector agropecuario y residuos), para abatir dichas emisiones en un horizonte de tiempo de corto, mediano y largo plazo. El PACMUN también tiene un componente de adaptación al cambio climático asociado a las condiciones sociodemográficas del municipio y el impacto que fenómenos hidrometeorológicos extremos tienen en sectores vulnerables de la población (población en condiciones de pobreza y rezago en servicios básicos, población infantil y de la tercera edad, etc.). El PACMUN reconstruye un inventario histórico de eventos climáticos extremos (lluvias, inundaciones, sequías, ondas de calor, heladas, etc.) y su localización precisa para conocer los zonas más vulnerables desde el punto de vista territorial y su impacto en la población asentada, sobre sus bienes, sus activos y la infraestructura productiva. Con la elaboración de un Atlas de Riesgo a nivel municipal o de centro de población, este capítulo estaría más que cubierto.

La metodología que se sigue en México es la misma que utiliza el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), por lo que goza de reconocimiento por parte de expertos y especialistas. Las estrategias y líneas de acción que se derivan de las metas son muy variadas. Para el caso de la vertiente de mitigación, pueden ir desde el cambio de luminarias, hasta la sustitución de focos incandescentes por focos ahorradores en edificios públicos, programas de transporte y movilidad no motorizada, cambio en los reglamentos de construcción, tratamiento de aguas residuales, captura de metano en rellenos sanitarios, entre muchas otras acciones. Asimismo, en la vertiente de adaptación, pueden ir desde la instalación de presas de gavión para el control de las avenidas durante lluvias extraordinarias, hasta la construcción de techos ahorradores de agua en viviendas, la reforestación urbana para generar microclimas, talleres para la naturación de azoteas y promoción de la agricultura urbana, entre muchas otras acciones.

Si bien el PACMUN permite delinear un plan de acción orientado a mitigar gases de efecto invernadero y adaptarse al cambio climático en un municipio, hasta donde me he podido informar, carece de una visión metropolitana, lo que limita sus alcances y la eficacia y eficiencia de sus acciones. Sabemos que actualmente cerca del 70% de la población del país habita en las 59 Zonas Metropolitanas mayores a 50 mil habitantes reconocidas por la SEDESOL, el INEGI y el CONAPO, con base en el Censo de Población y Vivienda 2010. En términos de gestión y gobernanza metropolitana, sabemos de las dificultades que el país ha tenido para regular el crecimiento y la planeación de las zonas metropolitanas. Anticipo que para el caso de los PACMUN, estas dificultados se van a reproducir si no se reconoce la necesidad de tener una visión metropolitana en aquellos municipios que están elaborando y que ya concluyeron su PACMUN para que exista una congruencia entre las acciones que ahí se proponen; con la vecidad de municipios metropolitanos con quienes comparte no sólo una cuenca hidrológica sino una cuenca de empleo y de vida, además de atributos físico - espaciales comunes que justifican un Plan de Acción Climática de Zona Metropolitana.

Muchas de las acciones planteadas en los PACMUN nos remiten hacia una visión metropolitana. Por ejemplo, la puesta en marcha de un Programa Integral de Transporte Urbano de un municipio metropolitano, requerirá muy probablemente del involucramiento de dos o más municipios en una misma ruta. Pensemos por ejemplo en la quema y/o aprovechamiento de metano en un relleno sanitario intermunicipal; o en la instalación de presas de gaviones para el control de avenidas, que no sólo protegen a localidades del municipio, sino a localidades de municipios vecinos que comparten la cuenca hidrológica. Las acciones de reforestación que se impulsen en un municipio derivado de un PACMUN, seguramente tendrá co-beneficios por la retención del suelo y la prevención de inundaciones en municipios vecinos, además de capturar carbono no sólo del municipio en cuestión, sino muy probablemente de todos los municipios metropolitanos. También existen riesgos de inconsistencias entre una política derivada de un PACMUN (por ejemplo, la contención del crecimiento urbano y la promoción de una ciudad densa y compacta con diversidad de usos); con una política de expansión urbana del municipio vecino.

Imprimir una visión metropolitana a los Planes de Acción Climática Municipales requiere lo mismo que cualquier otro instrumento de planeación metropolitano: mecanismos de coordinación intergubernamental e interinstitucional y una gobernanza metropolitana efectiva. Tal como lo he dicho en múltiples foros, el cambio climático se ha convertido en un catalizador de políticas públicas y ha permitido fortalecer la transversalidad en distintos sectores que inciden en lo ambiental. Deberíamos aprovechar este ímpetu para incorporar el tema en la agenda metropolitana, y creo que el Fondo Metropolitano, que cuenta con un presupuesto de más de 8 mil 500 millones de pesos para el ejercicio fiscal 2013, puede ser un doble catalizador para que desde el Fondo Metropolitano, sea posible financiar una nueva generación de Programas de Acción Climática de Zona Metropolitana, o en su defecto, que las acciones derivadas de un PACMUN puedan ser financiadas con recursos de dicho Fondo, siempre y cuando se acredite su impacto metropolitano. En fin, es una propuesta.

Juan Carlos Zentella Gómez
Local & Global Ideas
Twitter: @jczentella

domingo, 17 de marzo de 2013

Breve crónica de una reconversión económica y urbanística: los contrastes entre Detroit y Pittsburgh

Estas últimas semanas me ha llamado la atención algunos reportajes sobre Detroit y el abandono  en el que se encuentran algunos barrios e inmuebles: desde casas habitación, oficinas, talleres, edificios de departamentos, teatros, hasta instalaciones industriales que constituyen el testimonio de un pasado glorioso de la industria automotriz, hoy totalmente desmantelada. Uno de los casos más notable es la Estación Central de Michigan, un inmueble de unos 18 pisos construido en 1913, totalmente abandonado. Desde 1950 a la fecha, esta ciudad que en su momento fue la cuarta más grande de Estados Unidos, ha perdido el 60% de su población, es decir, alrededor de 1 millón de habitantes.

Otra circunstancia notable de Detroit es la paradoja de ser una de las ciudades con los impuestos más altos asociados a la propiedad inmobilaria en Estados Unidos, y al mismo tiempo ser de las que tienen valores inmobilarios más bajos. En otras palabras, la base gravable de la que disponía hace 50 años, se ha deteriorado progresivamente a tal punto, que para compensar la pérdida recaudatoria, la ciudad incrementó progresivamente la tasa de los impuestos inmobilarios. A los pocos contribuyentes que quedan, se les "carga la mano" con impuestos inmobilarios muy altos. El resultado es una moratoria de 246 millones de dólares de impuestos no recaudados, que para las circunstancias de Detroit, caerían como bálsamo para mejorar equipamiento, infraestructura, servicios públicos, acaso para asociarse con inversionistas privados y adquirir miles de hectáreas y propiedades abandonadas o en desusos, siguiendo la experiencia de Pittsburgh, e impulsar proyectos de reconversión económica y urbanística.

Los reportajes y notas que aparecen en las redes sociales dan cuenta de una ciudad en busca de un destino que no parece claro. La época de gloria de Detroit asociada a la industria automotriz hace más de 5 décadas, no regresará; pero tampoco parece existir una rumbo claro de alguna especialización económica emergente, como por ejemplo, Querétaro en el caso de la industria aeroespacial (toda proporción guardada). ¿Qué hacer con sus miles de inmuebles abandonados? ¿Qué hacer con el cascarón de la industria que no sobrevivió a la movilidad del capital automotriz que migró a China, México y Brasil? ¿Qué lecciones podemos aprender en México y otros países de América Latina?

Me parece que una de las conclusiones a las que invita el caso de Detroit es la puesta en tela de juicio de la especialización económica como una de las virtudes del desarrollo económica local. La especialización económica sí es una virtud y una ventaja comparativa y competitiva, siempre y cuando se tenga un programa de desarrollo económico local de largo plazo que permita transitar, si el contexto global lo exige, hacia una reconversión productiva de la ciudad. Esto implica elaborar un análisis económico minucioso de la estructura y base económica de la ciudad para determinar cuál es su vocación productiva actual y saber si hay vocaciones productivas emergentes. Hace 20 años nadie hubiera imaginado que Querétaro sería una de las ciudades de mayor atracción de inversión extranjera directa en el mundo en la rama de la industria aeroespacial.

Otra de las cosas que se requieren para lograr una reconversión productiva es un liderazgo del alcalde en turno para impulsar proyectos de reconversión urbana asociados a una reconversión económica. El parque inmobiliario abandonado o en desuso, así como los predios vacantes en Detroit, otorgan posibilidades insospechadas de reconvertir las antiguas industrias del automóvil en centros de investigación y desarrollo. A través de asociaciones público - privadas y con el respaldo de universidades y centros de investigación, es posible crear nuevas centralidades donde coexistan zonas residenciales, museos, centros culturales, comercio al pormenor, restaurantes, bares y otros usos que en conjunto crean comunidad.

La fórmula no es nueva. Véase el caso de Pittsburgh que perdió 500 mil habitantes entre 1975 y 1985 y llegó a tener un desempleo del 25% de la PEA en 1990. A pesar de haber transitado por tres décadas de una industria acerera en plena decadencia, hoy en día Pittsburgh renace de su pasado acerero y emerge como una de las ciudades más dinámicas de Estados Unidos. El liderazgo del alcalde y su capacidad de pactar con inversionistas privados, impulsar la inversión mixta y asociarse con universidades y centros de investigación, fueron factores clave para sacar del impasse a Pittsburgh. Creo que Detroit tiene mucho que tomar del caso de Pittsburgh. Reconociendo que las comparaciones son aveces odiosas y las realidades contrastantes, no puedo evitar preguntarme ¿qué lecciones nos aporta el caso de Detroit para no llegar a ese punto de deterioro económico y urbanístico en nuestras ciudades? ¿Qué podríamos aprender en México del caso de Pittsburgh para reconvertir nuestros espacios urbanos deteriorados en espacios vibrantes y productivos que contribuyen a la competitividad y bienestar de nuestro país? Se aceptan sugerencias.

Juan Carlos Zentella Gómez
Local & Global Ideas
Twitter: @jczentella

Sugiero consultar las siguientes referencias que dieron origen a esta reflexión:

  • http://www.dailymail.co.uk/news/article-2211498/Detroits-amazing-transformation-captured-camera-loses-ONE-MILLION-residents-60-years.html. Última consulta: 17 de marzo de 2013.
  • http://atlincolnhouse.typepad.com/weblog/2013/02/if-property-taxes-are-a-social-compact-pay-the-bills-get-government-services-in-return-its-broken-in-detroit-where-d.html. Ùltima consulta: 17 de marzo de 2013.
  • http://www.youtube.com/watch?v=_W1hx-mhu7A&noredirect=1


lunes, 4 de marzo de 2013

Señor Presidente Municipal: Si desea alinearse con la política de vivienda del actual gobierno, actualice su programa de desarrollo urbano.

El Artículo 41 del decreto que reforma y adiciona diversas disposiciones de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, crea la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) en sustitución de la Secretaría de la Reforma Agraria y le da atribuciones para planear el desarrollo urbano y el ordenamiento territorial del país, adquirir reserva territorial, además de determinar la sectorización de la Comisión Nacional de Vivienda (CONAVI) a la nueva Secretaría, por lo que las directrices de la política de vivienda ya no saldrán de la CONAVI directamente, sino de la misma SEDATU, al integrarse su titular como Presidente de la Junta de Gobierno.

Estas directrices se han hecho públicas en varios medios de comunicación y no son novedad para quienes conocen del tema: contener el crecimiento de las machas urbanas, aprovechar los espacios vacantes al interior de las ciudades, que ya se encuentran equipados con todos los servicios urbanos básicos y equipamiento de educación, salud, abasto, etc.; incrementar las densidades, y finalmente, reorientar la política crediticia de los organismos nacionales de vivienda (básicamente el INFONAVIT y el FOVISSSSTE), con objeto de disminuir la colocación de créditos hipotecarios para la adquisición de vivienda nueva (casi siempre periférica) y dar mayor prioridad a créditos para ampliación y remodelación.

Una revisión somera de la literatura reciente sobre el impacto de la política habitacional en México da cuenta de una contradicción sorprendente: por un lado, una construcción masiva de vivienda en las periferias lejanas de las ciudades, y por otro lado, una disponibilidad suficiente de suelo intraurbano vacante para alojar la demanda de vivienda social. En efecto, de acuerdo con estimaciones de la SEDESOL, si en los últimos 30 años, la población urbana se duplicó, el área urbana de las ciudades se multiplicó por diez; lo anterior a pesar de existir más de 493 mil hectáreas de suelo vacante intraurbano o en la primer periferia, susceptibles de satisfacer la demanda de vivienda social.

Esta contradicción se explica porque las reglas del juego lo permitían y estas reglas eran simples: suelo intraurbano caro y con dueño, ausencia (o falta de aplicación) de instrumentos que incentivaran la edificación de lotes baldíos intraurbanos, una oferta masiva de vivienda social periférica creada por desarrolladores y el respaldo de los organismos nacionales de vivienda cuyos créditos al trabajador garantizaban una demanda solvente.

Con la creación de la SEDATU y la sectorización de la CONAVI a ésta, se apunta hacia un cambio en estas reglas del juego. Los anuncios de las autoridades federales en el sentido de disminuir los créditos para la adquisición de vivienda nueva y la priorización de créditos para la remodelación, rehabilitación y ampliación, suponen un mejoramiento del parque habitacional existente, más que su ampliación. Sin embargo, estas reglas del juego deben ir acompañadas de instrumentos de planeación urbana ad hoc que consideren los espacios vacantes como potencialmente desarrollables para vivienda social. Implicará muy probablemente modificar las densidades e intensidades de uso al alza y la movilización de instrumentos que regulen la oferta del suelo para garantizar su disponibilidad, asunto en el que México se ha quedado muy rezagado en comparación con países como Brasil o Colombia. Será necesario asimismo, revisar las leyes y reglamentos de construcción y fraccionamientos, en síntesis, implicará una revisión y modificación a muchos Programas de Desarrollo Urbano de Centro de Población. Espero que esta modificación sea para ajustar la construcción de vivienda a las nuevas reglas del juego anunciadas por el Gobierno Federal, y no para ajustarse a la reserva territorial adquirida por desarrolladores; situación cuya ineficiencia económica, social y ambiental, ha quedado demostrada.

Juan Carlos Zentella Gómez
Local & Global Ideas
Twitter: @jczentella